COCINANDO CON NIÑOS
Los tiempos cambian, pero el placer de la cocina en casa está protagonizando un regreso triunfal a muchas familias. En un tiempo en que parecíamos evolucionar hacia los platos precocinados y el abandono de los alimentos frescos, un nuevo movimiento se centra en transmitir a los niños el placer de cocinar. ¿Qué mejor actividad para hacer en familia?
Solo hay una forma de combatir el auge de la comida rápida y la pérdida de las recetas tradicionales: enseñar a los pequeños a cocinar. En la actualidad, muchos jóvenes se emancipan sin tener una base de experiencia y conocimientos suficiente como para alimentarse correctamente. Aunque la mayoría se acaba interesando por la cocina, lo cierto es que necesitamos transmitir ese interés desde años antes de que se vayan de casa.
Si queremos animar a nuestros hijos a interesarse por la cocina, lo importante es empezar poco a poco y buscar la diversión y la creatividad. A continuación, mostramos algunos consejos para tener éxito:
Reservar una tarde de fin de semana para cocinar con ellos: es importante contar con tiempo suficiente y no tener ningún tipo de presión. Si nos enfadamos o nos mostramos impacientes, la actividad dejará de ser divertida y relajante.
Aprovechar las ocasiones especiales: las recetas de Navidad, los postres típicos de Semana Santa o los pasteles de cumpleaños generan interés. Saber hacerlos tiene un encanto único y hará que los mismos niños se sientan parte de algo especial.
Empezar por lo básico: las técnicas se deben introducir poco a poco y en función de la capacidad de los niños. Los más pequeños pueden aprender a exprimir frutas, untar tostadas o preparar el desayuno. Esta es la comida más fácil de aprender a preparar, y una de las más importantes en la prevención de la obesidad infantil.
La seguridad, lo primero: para evitar accidentes, debemos enseñar claramente los peligros de la cocina y explicar qué no se debe hacer, cómo coger los cuchillos y dónde no tocar.
Ponerse en sus zapatos: aunque cuestiones obvias para nosotros como el origen de los alimentos o cuándo está hirviendo el agua sean una incógnita para ellos, se debe mantener una actitud positiva y evitar reírse de ellos o perder la paciencia. Así se sentirán seguros de sí mismos y se animarán a seguir aprendiendo.
Buscar la diversión: realzar el lado más divertido de la cocina ayuda a cultivar el interés por ella. Se debe permitir que los niños hagan cosas por sí mismos y se diviertan, siempre y cuando luego ayuden a limpiar todo. Otros factores que motivan a los pequeños son la televisión y los juegos. Existen series de dibujos animados que enseñan a cocinar, como Telmo y Tula, y juegos educativos como JuegosXaChicas, que permiten practicar recetas paso a paso. Así, se puede aprender a hacer un sándwich de pollo con Barbie, ensalada de frutas, natillas, panqueques o una deliciosa y sencilla mousse de limón.